Agradece hasta los días malos.

Los días malos nos recuerdan que somos vulnerables, nos recuerdan que en cualquier momento, cualquier cosa puede pasar.

Los días malos nos hacen valorar los días buenos.

Los días malos nos hacen replantearnos el objetivo de nuestra existencia.

Los días malos nos enseñan a ser pacientes, a reflexionar, a pensar y a analizar.

Los días malos nos enseñan a aceptar.

Los días malos nos recuerdan que somos humanos.

Los días malos nos revelan cosas sobre nosotros mismos que hasta el momento podrían haber sido secretas.

Los días malos al final del día, pudieron ser peores.

¿Cuándo sabemos que un día es realmente malo?

Cuando alguien se va de este plano, cuando nos hacemos daño, cuando realmente las cosas que nos suceden no tienen solución.

Hace un tiempo leí "Un día en el que no pasa absolutamente nada, es un día bueno", la felicidad es el camino y no el objetivo. Un día, una semana, un mes, son unidades de tiempo que en lugar de considerarse un objetivo, deben de considerarse como una sucesión de hechos. Siempre he pensado que es mejor alcanzar varias metas mientras persigues tu objetivo, que perseguir tu objetivo sin ninguna meta en el meantime.

Comento todo esto porque últimamente me han ocurrido cosas que desde cualquier punto de vista son malas, pero me han dejado grandes aprendizajes, también me han ocurrido cosas que desde cualquier punto de vista son buenas, pero no me dan felicidad. En eso consiste el enigma de vivir. Lo quieres, lo tienes, ya no lo quieres.

Lo importante es no dejarse vencer, lo importante es seguir adelante.

Nos seguimos leyendo,
Miguel Alejandro Gómez



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