Inspírate y aprecia lo que te rodea.

Como cualquier cambio y cualquier cambio drástico, inmigrar no se escapa de ser un proceso complejo.
Los pensamientos fluyen a mil por segundo, tu mente está a su máxima potencia y por si fuera poco tu cuerpo en muchos casos va a experimentar altitud, cambio de temperatura y consecuencia de esto, tu corazón pulsaciones aceleradas.
Lo increíble de todo esto es que distantemente de tener ganas de contarlo todo, de comunicar mis experiencias y los sitios visitados, las ganas de escribir y la inspiración, han estado muy muy ausente.
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Alrededor del mundo encontramos todo tipo de inspiración, incluso en las cosas más pequeñas, en las cosas más sencillas y en las cosas que tenemos a nuestro alcance.

El aroma de un buen café colombiano o del cacao ecuatoriano, eso es inspiración.

Un ceviche peruano o un mofongo dominicano, eso es inspiración.

Un atardecer en la costa o un amanecer en Los Andes.

En la letra de Luis Miguel o en la voz de Boccelli.
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Las cosas más cotidianas son ignoradas por la mayoría de nosotros, las cosas que debemos apreciar sin siquiera vacilar.
Si en la calle hay ruido, nos quejamos, si hay silencio, éste se vuelve ensordecedor. Somos tan humanos como irónicos.
Y así llego a la otra idea de la que me gustaría escribir hoy… Nos quejamos por lo bueno y por lo malo, así que me gustaría comparar realidades en dos ciudades del mundo tomando como referencia las noticias locales, con esta comparación quiero que vean la relatividad de lo "malo" según tu realidad.

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Sevilla y San Salvador, un accidente en bicicleta que dejó un hombre herido y un tiroteo que acabó con la vida de una persona. Así son los contrastes, así son las sociedades, así son las distintas realidades. Por eso tenemos que saber que cuando las cosas están mal, podrían estar peor. Con esto no quiero decir que seamos conformistas, pero todo fuera distinto si aceptamos nuestra verdad y trabajamos por convertirla.

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Voy a finalizar con unas preguntas y espero que en cada uno de ustedes, estas interrogantes tengan una respuesta:
¿Nuestras preocupaciones valen realmente la pena?
¿Nos dedicamos a aceptar nuestras realidades como son?
¿Somos capaces de aceptar lo que nos venga aun cuando sea malo o sea bueno?
¿Sacamos lo mejor de lo malo y disfrutamos de lo bueno?

Si esto te deja pensando un poco, estoy complacido.

Recuerda que lo más mínimo nos inspira y que lo mejor es lo que nos sucede.
Vayamos y contemos nuestra historia, hagamos que valga la pena y vivamos nuestro día a día como si no hubiera mañana.

El momento es HOY!

Nos seguimos leyendo, 
Miguel Alejandro Gómez

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